PORT ARTHUR



DRAMATURGIA y DIRECCIÓN: JORDI CASANOVAS
TRADUCCIÓN: SÍLVIA SANFELIU
INTERPRETACIÓN: DAFNIS BALDUZ, JAVIER BELTRÁN y MANEL SANS
DURACIÓN: 60min
FOTOGRAFIA: DAVID RUANO
PRODUCCIÓN: VELVET EVENTS y FESTIVAL BCN NEGRA
CCCB (GREC2016)

No todo el mundo es capaz de unir los elementos necesarios para construir un buen thriller. Bien es cierto que en el caso de Port Arthur la materia ya venía dada, pero simplemente por el trabajo de condensar una declaración de ocho horas en una y no caer en las repeticiones que este tipo de estructuras dramáticas llevan consigo, ya se puede alabar el inmenso dominio, que una vez más vuelve a demostrar Jordi Casanovas.

Escenografía a dos bandas, el público se sitúa dentro de la sala de interrogatorios, como ya sucedía en el caso de Ruz Bárcenas. Pero aquí el ambiente es diferente, y la historia no por desconocida y lejana se nos hace menos presente. En escena dos policías y un supuestamente asesino psicópata que ha matado al menos a 35 personas y herido a otras tantas. 

Port Arthur no es un thriller con un ritmo vertiginoso de principio a fin, la tensión va in crescendo según pasan los minutos. La sensaciones que el rastro de declaraciones van produciendo en el espectador, son diversas. Desde una fuerte empatía inicial, la culpa a los crecientes errores policiales, mas aún tratándose de un caso sacado del Wilileaks, pasa a ser una bofetada tal, que al abrir los ojos piensas que no sabes cómo ha sido posible sentir empatía hacía tal engendro.

Los tres actores bordan sus papeles, los dos polícias: Manel Sans, que juega al "poli malo", con una actitud, ya de entrada, más directa y violenta que su compañero, Javier Beltran, "poli bueno" que inicia el interrogatorio con demasiado afabilidad y en un estado totalmente conciliador con Martín, Dafnis Balduz, el supuesto asesino psicópata. La interpretación de Balduz no sólo convence sino que muestra un abanico de recursos impresionante, que van desde ser la víctima del sistema, una especie de corderito degollado que nunca ha roto un plato, a mostrarnos un perfil más psicótico que con una simple mirada, y sin mediar palabra, te lo dice todo.

Port Arthur es una hora de angustia muy bien justificada, con un ritmo preciso y con una dirección detallista de Jordi Casanovas que te deja cuestionarte de qué lado estás pero dejando claro hasta el final que las cosas no son como parecen. Si hace algunos meses a la salida te obsequiaban con una cerveza, quizás para devolverte el aliento. Aquí, al menos, deberían ofrecerte un chute de whisky, así la bofetada que te devuelve a la realidad sería más ligera. Hasta el 24 de julio al CCCB, para disfrutar a veces se tiene que sufrir. ¡Suframos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario