UBU I LA COMISSIÓ DE LA VERITAT


DIRECCIÓN y ANIMACIÓN: WILLIAM KENTRIDGE
TEXTO: YANE TAYLOR
DISEÑADOR DE TÍTERES: ADRIAN KOHLER
INTÉRPRETES: DAWID MINNAAR y BUSI ZOKUFA
MANIPULADORES DE TÍTERES: GABRIEL MARCHAND, MANDISELI y MTHOMBENI
DURACIÓN: 1h 30min
FOTO: LUKE YOUNG
PRODUCCIÓN: HANDSPRING PUPPET COMPANY
TEATRE MUNICIPAL DE GIRONA (TEMPORADA ALTA 2015)

Han pasado 18 años desde que la primera versión de este espectáculo se estrenara, quizás no suficiente tiempo para que las cicatrices del Apartheid se cicatricen, sus imágenes siguen impactando igual, y aunque siempre resulte interesante rescatar un espectáculo para que los que no estábamos hace 18 años viendo teatro pudiéramos hacernos una idea (y más si es con el reparto original), los tiempos han cambiado en estos años.

La forma de hacer teatro en medianos y grandes formatos por suerte ha evolucionado y hay que ser consciente de lo que impactaba tiempo atrás ahora ya no atrae de la misma manera. De alguna manera es lo que le sucede a Ubu i la comissió de la veritat. Si bien es cierto que aquí Ubú ya viene distorsionado de fábrica, lejos queda ese personaje dictatorial, enloquecido y también se ha eliminado toda la primera parte llena de escatológicas acciones. Ubú es más que nunca un títere de sí mismo.

Versión naïf e inocente donde las haya la de William Kentridge, tanto que incluso las atrocidades cometidas durante el Apartheid y presentadas como una muestra de documentos gráficos proyectados en la pantalla quedan dulcificadas, en medio de un texto que nos vuelve a presentar el abuso de poder en manos de una persona ignorante, débil, que ordena sin saber y que al final consigue salirse con la suya y con las manos limpias después de tanta sangre derramada.

Función de domingo a la tarde, en inglés de sudafrica bastante complicado de entender hasta que te acostumbras a ese acento tan cerrado, y quizás incluso sea un acierto para los que habitualmente no leemos sobretítulos en este idioma, tenemos que prestar un esfuerzo superior para entender la historia, hecho que nos obliga a entrar o desconectar para siempre jamás.

Aplausos tibios en el Teatre Municipal de Girona, excesivamente fríos teniendo en cuenta que es una propuesta internacional, al que le ha faltado asumir el riesgo de los nuevos tiempos y optar por actualizar mínimamente la propuesta. No cualquier tiempo pasado fue mejor.

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