La conexión alquímica entre Fausto y Pandur



Fuente: Saioa Camarzana (elcultural.es)

La mitología, la literatura y el cine han hablado mucho de esos hombres apesadumbrados con sus vidas que deciden vender su alma al diablo. El pacto consiste en adquirir una sabiduría ilimitada a cambio de los placeres terrenales. Algo que recuerda a la historia de Adán y la manzana del Árbol de la Ciencia aunque, tal vez, una de las historias más conocidas sea la de Fausto de Goethe. Un exquisito entramado que ha inspirado al director esloveno Tomaz Pandur (Maribor, Eslovenia, 1963) para traer al presente la historia de un hombre triste que decide abandonarse a Mefistófeles. Llega así la tragedia al Teatro Valle-Inclán a partir de este jueves. Una venta directa. 

Fausto es un gran poema dramático configurado más para ser leído que representado. Pandur, uno de los directores de teatro más vanguardistas del momento, adapta la historia y la expande a esferas morales y filosóficas que representan, a su vez, la historia intelectual de la humanidad. "Siempre se necesita aquello que se ignora y nunca podemos hacer uso de lo que sabemos", dice Fausto. El director crea una receta alquímica con el jugo que ofrece el espacio escénico transformándolo en un lenguaje propio. Mefistófeles, ese mal omnipresente, es el elemento a combatir cuando entra en juego el eterno deseo por lo que uno no tiene. Belleza, amor, sabiduría o juventud. 

Elementos todos ellos de la vida cotidiana. Pero Fausto hace un pacto de sangre y llega a conocer todas las virtudes por un instante. Saborea el alarde del poder, el respeto de la autoridad y el romanticismo del amor. Entra así en un terreno mágico, cósmico que le lleva a sentirse pleno pero el contrato firmado le devuelve a la realidad. A lo transitorio, a la levedad, a lo terrenal. 

Aunque la obra trata sobre la historia de un hombre que vende su alma al diablo, permite varias lecturas en el presente. Ese hombre moderno que se encuentra en la eterna búsqueda de sí mismo, de pertenencia al grupo, de las masas. Se trata de llegar a un acuerdo consigo mismo y con el mundo que nos rodea. En un mundo cada vez más globalizado todo resulta más mezquino y efímero. Fausto es el gran poema dramático y la obra cumbre de Goethe, una pieza en dos partes que transita por las etapas de la vida de Johann Georg Faust, el Fausto histórico, de quien se dice murió en el año 1540 debido a una explosión de elementos químicos con los que estaba trabajando.

Leyendas aparte, Goethe desgrana las etapas de la vida de Fausto y sus confrontaciones con Mefistófeles que no son, en realidad, más que formas de pensamiento. Una batalla entre el bien y el mal que empuja al ser humano a seguir hacia delante, hecho que el pensador cree fehacientemente es la fe en el futuro del ser humano. Así se explica, de hecho, en el texto:

- Fausto: Bien, y ahora dime, ¿quién eres?
- Mefistófeles: Una parte de aquella fuerza que siempre quiere el mal y el bien siempre crea. 

No es la primera obra que adapta Pandur en España. El año pasado hizo lo propio con Hamlet de William Shakespeare que fue estrenada en Las Naves del Español y protagonizada por Blanca Portillo. Tampoco era la primera vez que Portillo se metía en la piel de un personaje masculino (inolvidable su papel de Segismundo en La vida es sueño de Calderón), ni la primera vez que trabajaban juntos. Ya lo habían hecho en 2007 con Barroco. Además el director ha sido galardonado con varios premios internacionales como la Orden de Isabel la Católica en 2011. Un reconocimiento al trabajo de acercamiento cultural que realiza entre Eslovenia y España.

Pandur, que lleva años viajando por Europa con su compañía internacional Pandur Theaters, siente debilidad por los personajes que se recrean en su propia soledad y crean su propio universo en el escenario. La soledad de Hamlet, de Fausto, de Dante. Y de ahí la incomprensión a la que se ven sometidos sus protagonistas sea, quizá, la otra constante en su trayectoria. La eterna lucha de los solitarios contra el mundo, la tragedia de quien no se sabe desenvolver en la sociedad, la incomprensión de un individuo con su propia historia. Algo que, a su vez, deriva en la especificidad de cada sujeto, sus circunstancias y su momento. Crea todo un entramado que viaja de la soledad hasta la búsqueda de la trascendencia, un sometido diálogo filosófico con el propio ser. 

De ahí que haya escogido la obra de Goethe y la haya adaptado junto a Livija Pandur y Lada Kastelan. Entre todos tejen el entramado de uno de los mayores mitos europeos. Disecciona su psicología, sus temores y soledad, su amor y pasión. Da comienzo la obra en un momento clave de Heinrich Faust. Está en un alarde de gran fortaleza intelectual y, a la vez, en la cima de su desesperación y al borde del suicidio. Una antagónica contradicción en la que se encuentra perdido y le gustaría decir: "¡Detente pues, eres tan bello!". Porque como dice el propio Fausto, la belleza es indivisible y el que ha llegado a poseerla, antes que compartirla prefiere anonadarla. 

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