MALA BROMA


texto JORDI CASANOVAS
dirección MARC ANGELET
intérpretes ANNA SAHUN, ERNEST VILLEGAS y ÒSCAR MUÑOZ
duración 85min
fotografías DAVID RUANO
producción VELVET EVENTS
SALA MUNTANER

Cita anual obligatoria con Jordi Casanovas en la Muntaner, si el turrón llega en diciembre, sus obras en abril en la sala teatral de Barcelona. No falla y lleno asegurado hasta la bandera, lo cual es de aplaudir en la temporada que llevamos. 

Mala Broma es una comedia negra, negrísima, estilo 100% Casanovas, un disfrute de principio a fin, pero de esas que te dejan a la salida media sonrisa y pensativa. En los tiempos que corren, hasta la pregunta ya puede ser considerada delito, ¿se puede hacer broma de todo? ¿se puede poner límites al humor? ¡Ni caído del cielo!



Un periodista insatisfecho con su trabajo, Òscar (Muñoz), queda para cenar con un viejo amigo y compañero de batallas que ha conseguido triunfar y llegar a lo más alto, Ernest (Villegas). La tercera en discordia, la mujer de Òscar, Anna (Sahun), médico. 

Las dramaturgias de Jordi Casanovas funcionan como los relojes suizos, milimétricas. Aquí como ya pasaba por ejemplo en L'home amb les ulleres de pasta lo que comienza como una simple broma al más bromista del grupo acaba por enredarse de tal manera que se puede llegar a pensar que a quien le toman el pelo es a los espectadores.



Sin desvelar nada de la trama, para eso mejor compra la entrada, se puede afirmar que la perversidad de la misma unida a una excelente dirección de Marc Angelet no dejan que el espectador parpadee esperando el siguiente giro. Una especie de "ansia viva" invade la platea a la espera de cómo se resolverán todos los frentes abiertos.

Además de cuestionar el humor, Mala Broma se atreve con una sonora crítica al discurso feminista, el monólogo que se marca el personaje femenino, Anna, es de quitarse el sombrero, no sólo a nivel interpretativo sino también de lenguaje y de tono. Sorprende que, en medio de las idas y venidas en tono cómico, la obra adquiera un cierto carácter crítico, pero la incorporación queda perfectamente situada y el público lo incorpora a la broma aunque no lo sea.



Interpretativamente, y aunque en un principio parezca un combate a dos y en masculino, el montaje le reserva el mejor papel para ella, una espléndida Anna Sahun. Aunque el típico combate de quién la tiene más grande persigue a los personajes masculinos, la sombra interpretativa de Anna Sahun es mucho más alargada y consigue que esperemos con mucha más ansia sus réplicas y movimientos que la de sus compañeros. 

Por supuesto, sin desmerecer, Òscar Muñoz está muy acertado en un papel de pobre desgraciado de la vida, quizás excesivamente tocado por el victimismo (pero la parte cómica que destila es insuperable) y Ernest Villegas es el perfecto amigo guaperas con un cierto toque de caradura.



La escenografía de Sergi Corbera funciona a la perfección. Una cocina americana / salón modernista de una piso de la burguesía catalana con detalles minimalistas y funcionales. No es necesario nada más para entrar en el juego.

Mala Broma ha nacido para triunfar. Una dosis, tan necesaria, de risas, un discurso crítico, un tirón de orejas, unas interpretaciones excelentes y una dirección y dramatúrgia que funcionan a la perfección. La factoría Jordi Casanovas está en plena forma.

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